lunes

Nota de un fanático agradecido


N. del R.: estimado lector, no espere en el post a continuación atisbo alguno de objetividad, análisis imparcial o crítica equitativa alguna; es liso y llano fanatismo desbordado. Ahora, si no conoce REM, quizás sea un buen momento para descubrir una de las mejores bandas de rock de la historia.
Ya hemos escrito en reiteradas oportunidades acerca del poder metafísico, sanador, de una canción; de cómo un día puede cambiar por completo con sólo escuchar una melodía edificante, potenciado su efecto con el carácter sorpresivo de la radio. Ahora bien, lamentablemente, también existe la antítesis del razonamiento anterior. Ello ocurre cuando nos anoticiamos de la desaparición de algún escritor, director de cine, o de aquel puntero derecho que nos tenía enloquecidos cuando purretes. En mi caso particular, la disolución de REM me golpeó especialmente, no tanto por lo inesperada, sino más por la confirmación del cierre de una etapa.
Expliquemos esto: si bien era difícil de pronosticar, difícilmente Stipe, Buck y Mills (Berry ya había dejado cojo al perro) continuaran tocando hasta que cerraran el círculo de la vida, y comenzaran a usar pañales nuevamente, como los Stones y su rock del cretácico, con lo cual, en ese aspecto al menos, la noticia no fue tan chocante; sí lo fue en cuanto medida de tiempo.Hay una escena genial en "El abrazo partido", una peli del primer Burman, en la cual Ariel, el personaje interpretado por Daniel Hendler es interpelado en el probador de la tienda de lencería de su madre por la provocativa rubia del ciber, quien le pregunta cuál es su medida de tiempo favorita, a lo cual él responde que los lustros. Cuando era chico, mi medida de tiempo favorita eran los Mundiales. Se podía presumir mi futura neurosis en esa necesidad de proyectar a cuatro años, aunque en realidad esa obsesión, más que por cuestiones de control, encontraba su razón de ser en el anhelo de la adultez: a los seis, pensaba que a los diez, en mi próximo mundial, sería “·grande”. Cuando cumplí esas edad, era inocultable mi desilusión de encontrarme casi igual; pero eso sí, a los catorce sería “grande”, postergando mi madurez por otros cuatro años. Cuando llegaron los catorce, salvo los pelos en mis manos, no mucho había cambiado.

A esa edad aproximadamente empecé a escuchar rock, y mis parámetros de tiempo cambiaron. Como casi cualquier adolescente de aquel entonces, uno comenzaba escuchando esas radios empalagosas plagadas de hits. Al poco tiempo noté que las canciones que me gustaban, o estaban muy poco tiempo en esos rankings en los cuales uno inocentemente creía, o directamente no ingresaban. Afortunadamente, uno de los temas ”adelanto” que nunca entraron dentro de los cuarenta más importantes fue “Lotus”, un tema denso, viscoso de uno de los discos más elctrónicos de REM (UP, en el cual profundizan el camino iniciado en New Adventures in Hi Fi). Fue amor a primera vista, y nunca más nos separamos. A partir de entonces, reformulé mi reloj biológico: la meta ya no eran los mundiales sino un período un tanto menor, de tres años, lapso que transcurría entre disco y disco de la banda de Athens. El crecimiento, es cierto, implicaba el fracaso de la filosofía postulada por Gombrowicz en Ferdyduke, según la cual incitaba a la gente a mantenerse en estado de eterna adolescencia; pero al menos iba compañado de una banda sonora del carajo.
“Un hombre sabio dijo una vez que la habilidad, cuando acudes a una fiesta, es saber cuándo te tienes que ir”. Con un poder de síntesis envidiable, Stipe resumía treinta y un años de fiesta. Como los jugadores de fútbol o los boxeadores admirados, uno prefiere que se retiren en su apogeo, antes que las luces comiencen a desvanecerse y empañen la memoria. El haberlos visto en su último show en Argentina le deja a uno la sensación de haber cumplido con su parte, y aún cuando la noticia duele igual, perdura el sabor de una despedida gloriosa. Simplemente gracias.

5 motivos para escuchar REM:
1: es una banda en serio que se toma en chiste.
2: su escucha detenida permitirá encontrar referencias a músicos, escritores y cineastas notables.
3: tiene un guitarrista deudor en primer grado de los Kinks y los Byrds, con una de las mejores manos derechas del rock.
4: tiene un excelso letrista con ESA voz...
5: aún a riesgo de pomelizarme, si no los escuchas, no entendés nada de rock.