martes

Crisantelmo

Cinco cosas que me dejó mi paso por Buenos Aires:
¬horas y horas de placer en la disquería "Oíd Mortales"
¬conocer el verdadero, el original, "Almacén Don Manolo"
¬encontrar un vinilo de "Desatormentándonos", inmaculado, con el librito interno en perfectas condiciones
¬charlas gloriosas en "El rufián melancólico" (con edición de "Retrato de un artista adolescente", de Joyce a ¡ocho pesos! incluído)
¬compartir vida y sandwich de leberwurst cargado a mas no poder (un par de granos dan testimonio de este recuerdo), en El hipopotamo

Buceando en las bateas

De vez en cuando, Musi-inmundo nos da gratas sorpresas. Ayer, un tanto bajoneado por no poder cursar una materia de la facultad gracias al fabuloso sistema de inscripción, me dirigí a esta cadena de disquerías (aunque cada vez más lo es de artículos para el hogar) a fin de amargar mis penas en algún disco que funcione a modo de placebo (pero sin Brian Molko).
reconozco que no suelo producirme demasiado para salir de mi casa, con mi estilo neo hippie (croto, bah), lo cual me ha deparado ciertas situaciones incómodas en esta disquería, cmo ayer, cuando un guardia de seguridad (de qué va a ser?) se me pegó como una ventosa a mi espalda mientras revisaba discos. Cuando su mirada se volvió demasiado inquisidora, me di vuelta y le pregunté "¿querés comprar este disco?", a lo cual respondió con un gruñido primal y una mediavuelta.
ya me había despegado de la marca del guardia cuando se me aparece una de esas vendedoras cubiertas de "asesoras", quien me pregunta "¿te puedo ayudar en algo?", a lo cual pensé: "sí, andate bien a la con... de la lora (perdón)", pero ciertos mecanismos diplomáticos que pululan en mi cabeza me lo impidieron, con lo cual balbuceé un delicado "no, gracias, estoy mirando" (ante la inquietud del lector, aclaro que no tengo tarjeta del banco de orígen napoleónico).
Volviendo al tema original del posteo, me encontraba en esa apatía clásica de quien solo va a chapucear un rato en la disquería, sin una idea definida, cuando me detuve en un disco con tapa simil afiche de film noir, el cual resultó ser el último de The Cardigans, evidentemente nuevo, a sólo diecinueve pesos! Todavía recuerdo el orgasmo musical que tuve cuando compré "Artaud" de Pescado/Spinetta a sólo nueve pesos. Evidentemente, calidad y consumismo no van de la mano.
Llego a mi casa, y mientras cocino algo, pongo la nueva adquisición en el equipo de música. Siempre tuve una debilidad por el rock guitarrero sueco, pero en el caso particular de esta banda, salvo en su primer disco "First band on yhe moon" (sí, el de "Love me"), generalmente caían en la repetición a lo largo de las canciones; esa sensación indescriptible de que al disco le falta "algo" para terminar de cerrar. Debo confesar que desde la primera canción, "Losing a friend", el disco me resultó irresistible, con un aire melancólico que condice perfectamente con el arte de tapa, y canciones generalmente mid tempo que calzan a la perfección en la gargante de Nina Persson (suspiro), a quien evidentemente los años le han dado un oficio y un halo de amargura notable a su voz. Especialmente recomiendo la escucha de algunos temas con una esencia netamente jazzera, como "Don´t blame your daughter (diamonds)", y "And then you kissed me", que terminan de cerrar un disco redondito (en el sentido menos ricotero de la palabra), una de esas deliciosas sorpresas que rara vez nos depara esta disquería, donde, por ejemplo, algunos vendedores, respondiendo a inquietud acerca de si tenían el disco nuevo de White stripes, me derivaron a la sección de cumbia (lamentablemente, este no es otro de mis tantos chistes faltos de ingenio). Ah, por cierto, la carne que estaba cocinando se me quemó.

viernes

Humo negro del Vaticano

Cuando uno se encuentra en la tapa de La Capital con un aviso que reza "Hoy tocan Los Natas en Mar del Plata", ¿es que el mundo se está volviendo un lugar más agradable, o que el pasquín de Aldrey Iglesias ( a esta altura, el Rupert Murdoch bananero) está intentando llegar al purreterío rocker marplatense?

miércoles

Discos para pasar el invierno

Quien ocasionalmente lea este blog, sabrá de mi debilidad por las cantantes, lo cual en los últimos tiempos alcanzó un status de fetiche casi; por consiguiente, mientras en la tele suena Fergie (repito: alguien que le saque los hidratos!), publico una modesta lista de cinco discos femeninos más que recomendables, editados este año:

¬Laura Veirs-"Saltbreakers"
¬Feist-"The Reminder"
¬Tori Amos-"American Doll Posse"
¬Elli Medeiros-"EM"
¬Amy Winehous-"Back to Black"

Bonustrack: en septiembre se viene el nuevo disco de la PJ menos peronista: PJ Harvey; el título tentativo es "White Chalk". Por motivos de espacio, quedaron fuera de la lista, entre otras, Dee Dee Bridgewater, Charlotte Gainsbourg, Sophie Auster (suspiro).

Peste amarilla

Antes que algún otro pelotudo me lo pregunte: NO VI LA PELICULA DE LOS SIMPSONS. Es más, tampoco la voy a alquilar. Seguramente la veré dentro de muchos años, cuando no haya mas serie, y sea tan vieja que la pasen un sábado de lluvia por space. E incluso en ese caso, seguramente dudaré si no es un derrocha de energía, mientars en mi cabeza escucharé las palabras del presidente de turno (Néstor IV? Cristina Botox III?) recordándome que apague la luz del tocón porque "es una industria menos".

viernes

Vieja: volvió la alegría!

Llego a casa desde la terminal de ómnibus, con la sola intención de darme una ducha caliente y tomar un café negro. Prendo la tele y automáticamente tengo un orgasmo televisivo (dícese del acto de encontrar algo medianamente potable en medio de la programación actual: "como una cagada de mosca en medio del mar", como diría Bukowski) lo veo a él, al inconfundible Marcelo Bielsa dando su primera conferencia de fútbol en Chile.
y con él volvió parte del razonamiento del fútbol que se había perdido, ese acto mágico de discutir sobre conceptos y no dar rodeos interminables sobre camarillas futbolísticas más propias de un teatro de revistas que de un vestuario de fútbol (aunque cada vez resulte más difícil diferenciarlos), la mirada casi ausente en busca de la palabra justa que encastre en su pensamiento, y la propuesta de un fútbol ofensivo bien entendido.
Se lo extrañaba. Al margen de las preferencias, es innegable que un personaje como él es sumamente atractivo en el contexto del fútbol actual. Como sucede con la programación, bah.

Ticketeck

Pregunta de mal pensado:
¿no es un tanto sospechoso que cuando uno quiere comprar una entrada (en este caso, para la Britney de los nerds, Björk) a través de la página, en un período de una mañana, misteriosamente la página se cuelga? ¿No es también sospechoso que cuando uno se comunica por teléfono, la vendedora con el cassette en la lengua nos informa que "solo quedan a la venta las entradas de $360 o más", cuando en la página, en lo que se pudo cargar antes de colgarse, nos informaba durante toda la mañana que quedaban entradas de $90 disponibles? ¿No es sospechoso que para un recital en un lugar pequeño, como el Gran Rex, la página se colgaba por la manada de freaks sedientos de ver a su musa en vivo (en la época de los Sugarcubes era un tierno purrete de cinco años), cuando hace unos meses se ponían a la venta las entradas de Aerosmith, en un estadio a las claras más grandes (River) y esto no sucedía? ¿Y que haya pasado lo mismo con los recitales de Sabina-Serrat?
Probablemente sea mi estado permanente de argentino paranóico; no creo que una empresa
del tamaño de Ticketeck "agote" milagrosamente entradas para luego revenderlas a minutos del recital con un sobreprecio de al menos el 200%, libre de impuestos. Debe ser que soy argentino. Ellos también.

Aguas minerales porteñas (con sommelier, por supus)

Antes que nada, aclaro que el título tan idiota del post es una especie de homenaje al creador de erdosaín, con sus Aguafuertes porteña, de quien estoy leyendo Al margen del cable, una serie de columnas que publicó en el diario El Nacional, de México. justamente, lo conseguí en una de las tantas librerías de viejo que hay diseminadas por la Capital (mis predilectas son esas cuevas de Avenida de Mayo, donde un viejito que generalmente se parece a Laiseca nos recibe con una mirada cómplice y un olor a cigarrillo negro que pone als fosas nasales a la defensiva). Aunque, debo confesarlo, mi favorita es Wussmann, una que queda a la vuelta de lo de mi hermano. Es el paraíso del nerd. Papeles, libros, lapiceras,lacrados. Lo que uno asocie con al escritura está ahí.
Esto me hizo pensar en las librerías marplatenses, verdadera especie en extinción. Si me apuran, solo pienso en dos realmente completas, Sibelius (en las márgenes de Güemes) y Fray Mocho. Pero fuerte fue mi desilusión cuando paseando por el centro buscaba el local clásico de la esquina, topándome repetidamente con una "casa de ropa" de tono minimalista, y con una iluminación que justifica la crisis energética de néstor. Un cartelito pegado en la vidriera me avisaba que se habían terminado de mudar al "nuevo espacio". Pero el problema es que este nuevo espacio es justamente lo que uno desprecia en una librería: música fuerte, mesas de café a la entrada (con los infaltables pares de ojos instigadores), demasiada luz, vendedores nuevos... Se extraña ese vendedor de barba, extirpado del hippismo más profundo de los ´70, a quien uno le podía preguntar por el libro más ignoto, que automáticmanete, él buscaba su escalera y como un cirujano bibliófilo, extraía el minúsculo tomo.
Si a esto le sumamos el cierre de El cuervo (reducto nerd, donde uno conseguía maravillas por diez pesos o menos; ejemplo: Pulp de Bukowski, manchado de vino tinto, a $8), y la desaparición de esos locales que vendían libros en remate, con su eterna liquidación final), nos queda un panorama preocupante a quienes no todos los meses podemos darnos el lujo de comprar ediciones nuevas. Más aún cuando un error en la elección significan no menos de $30. Uno
entiende que los costos se han encarecido, y que muchas ediciones son españolas (coño!), pero le queda la duda a uno si durante la época de la convertibilidad no lo estafaron. Ok, en los ´90 saqué la licuadora en cuotas, pero no es menos cierto que un Vivace costaba quince mil dólares.