De vez en cuando, Musi-inmundo nos da gratas sorpresas. Ayer, un tanto bajoneado por no poder cursar una materia de la facultad gracias al fabuloso sistema de inscripción, me dirigí a esta cadena de disquerías (aunque cada vez más lo es de artículos para el hogar) a fin de amargar mis penas en algún disco que funcione a modo de placebo (pero sin Brian Molko).
reconozco que no suelo producirme demasiado para salir de mi casa, con mi estilo neo hippie (croto, bah), lo cual me ha deparado ciertas situaciones incómodas en esta disquería, cmo ayer, cuando un guardia de seguridad (de qué va a ser?) se me pegó como una ventosa a mi espalda mientras revisaba discos. Cuando su mirada se volvió demasiado inquisidora, me di vuelta y le pregunté "¿querés comprar este disco?", a lo cual respondió con un gruñido primal y una mediavuelta.
ya me había despegado de la marca del guardia cuando se me aparece una de esas vendedoras cubiertas de "asesoras", quien me pregunta "¿te puedo ayudar en algo?", a lo cual pensé: "sí, andate bien a la con... de la lora (perdón)", pero ciertos mecanismos diplomáticos que pululan en mi cabeza me lo impidieron, con lo cual balbuceé un delicado "no, gracias, estoy mirando" (ante la inquietud del lector, aclaro que no tengo tarjeta del banco de orígen napoleónico).
Volviendo al tema original del posteo, me encontraba en esa apatía clásica de quien solo va a chapucear un rato en la disquería, sin una idea definida, cuando me detuve en un disco con tapa simil afiche de film noir, el cual resultó ser el último de The Cardigans, evidentemente nuevo, a sólo diecinueve pesos! Todavía recuerdo el orgasmo musical que tuve cuando compré "Artaud" de Pescado/Spinetta a sólo nueve pesos. Evidentemente, calidad y consumismo no van de la mano.
Llego a mi casa, y mientras cocino algo, pongo la nueva adquisición en el equipo de música. Siempre tuve una debilidad por el rock guitarrero sueco, pero en el caso particular de esta banda, salvo en su primer disco "First band on yhe moon" (sí, el de "Love me"), generalmente caían en la repetición a lo largo de las canciones; esa sensación indescriptible de que al disco le falta "algo" para terminar de cerrar. Debo confesar que desde la primera canción, "Losing a friend", el disco me resultó irresistible, con un aire melancólico que condice perfectamente con el arte de tapa, y canciones generalmente mid tempo que calzan a la perfección en la gargante de Nina Persson (suspiro), a quien evidentemente los años le han dado un oficio y un halo de amargura notable a su voz. Especialmente recomiendo la escucha de algunos temas con una esencia netamente jazzera, como "Don´t blame your daughter (diamonds)", y "And then you kissed me", que terminan de cerrar un disco redondito (en el sentido menos ricotero de la palabra), una de esas deliciosas sorpresas que rara vez nos depara esta disquería, donde, por ejemplo, algunos vendedores, respondiendo a inquietud acerca de si tenían el disco nuevo de White stripes, me derivaron a la sección de cumbia (lamentablemente, este no es otro de mis tantos chistes faltos de ingenio). Ah, por cierto, la carne que estaba cocinando se me quemó.
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