martes

Basta de todo

Este humilde servidor se toma unas breves "vacaciones" para rendir tres finales en una semana, con lo cual les evitaré el dudoso placer de visitar el blog. En caso de salir indemne de esta campaña, supongo que pondré mi cerebro en remojo y me dedicaré a ver en paz al menos un partido del Mundial (debo ser el único anormal que prefeririría soportar el sonido de la vuvuzela a estudiar el Tratado de Montevideo de 1889), con un cartel colgado del cuello que rece, à la Galeano, "cerrado por fútbol".

Metafísica maradoniana


Recién acabo de terminar mi bronceado de dos horas bajo los rayos catódicos mundialistas, y antes de seguir estudiando, como bien recomienda Barrilete Niembra, escribo unas breves palabras antes que se me escapen entre los intersticios mentales del Derecho Internacional. De aquí a diez años, probablemente nadie recuerde quién era el arquero de Grecia, o dónde quedaba el estadio. Ni siquiera si el Autista de la Pelota (Messi) jugó un buen partido. Lo que indudablemente van a recordar es el Gol de Palermo.
Cuando parece no poder escribirse ningún capítulo más en su carrera profesional sin riesgo a caer en el melodrama deportivo al estilo "Rudy", Palermo vuelve a asombrarnos una vez más. Desde comienzos del segundo tiempo Don Niembra insistía con que la gente pedía al 9 de Boca, torturándonos una vez más con su perorata de la fábrica de Ford, el Colegio LaSalle y los talleres mecánicos en Villa Ortúzar. Finalmente, Diegote les dio el gusto, y mientras se lo veía ansioso por entrar, al costado de la línea, los televidentes sufríamos un dèja vu colectivo, rememorando aquél épico partido contra River.
Jugó diez minutos y pateó dos veces al arco. Con eso le sobró para transformarse en protagonista excluyente del partido, y ratificar el componente metafísico que lo acompaña desde sus comienzos, abandonando el lugar de fetiche mundialista (junto a Garcé) para convertirse en una realidad palpable, ineludible. Sin dudas no es un habilidoso, pero a esta altura, quién podría negar que le faltan condiciones a un tipo que convirtió más de 200 goles en Boca, y que siempre está en el lugar indicado a la hora señalada. Algo especial debe tener. Hace tiempo ya que trascendió las fronteras boquenses para ser admirado por el resto de los clubes (salvo cuando se lo sufre en contra), y quizás sea por eso que se gritó mucho más fuerte el segundo gol que el primero, desatando los bocinazos en la calle y dando lugar a que se piante un lagrimón de pura empatía al ver a la vieja llorando, abrazada al hermano en medio de la tribuna. Para quien lo analiza fríamente, es inentendible cómo uno puede emocionarse viendo por televisión de qué modo un millonario, a miles de kilómetros de distancia, convierte un gol. Basta con percibir el espíritu amateur que aún conserva para echar por tierra toda lógica.

viernes

Waka Waka

Existen las canciones feas, y dentro de este género tan densamente poblado, encontramos la subespecie "canciones de mundial", las cuales se caracterizan por llevar ese tono insulso característico de las estrellas pop prefabricadas a su máxima expresión. Sin dudas, "Waka Waka", interpretado por Shakira pasará prontamente a pertenecer a este subgrupo (habrá lugar después de "La copa de la vida" de Ricky Martin?). Lá unica sensación que me provoca es cierta nostalgia por esa época en la cual uno todavía podía tararear las canciones.

martes

Terciopelo Azul

Justo cuando comenzábamos a acostumbrarnos a la pérdida de Arnold, las necrológicas nos asestan un nuevo mazazo en la nuca con la muerte de Dennis Hopper, uno de los hijos de puta más adorables del cine norteamericano contemporáneo (terna compartida con James Woods y Christopher Walken). Un tipo que trabajó con Abel Ferrara, David Lynch, Coppola (memorable su papel en "La ley de la calle") y que encima hizo "Busco mi destino", algo especial debía tener. Gracias por hacernos despreciarte tanto.