Llego a casa desde la terminal de ómnibus, con la sola intención de darme una ducha caliente y tomar un café negro. Prendo la tele y automáticamente tengo un orgasmo televisivo (dícese del acto de encontrar algo medianamente potable en medio de la programación actual: "como una cagada de mosca en medio del mar", como diría Bukowski) lo veo a él, al inconfundible Marcelo Bielsa dando su primera conferencia de fútbol en Chile.
y con él volvió parte del razonamiento del fútbol que se había perdido, ese acto mágico de discutir sobre conceptos y no dar rodeos interminables sobre camarillas futbolísticas más propias de un teatro de revistas que de un vestuario de fútbol (aunque cada vez resulte más difícil diferenciarlos), la mirada casi ausente en busca de la palabra justa que encastre en su pensamiento, y la propuesta de un fútbol ofensivo bien entendido.
Se lo extrañaba. Al margen de las preferencias, es innegable que un personaje como él es sumamente atractivo en el contexto del fútbol actual. Como sucede con la programación, bah.
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