
De chico, era uno de esos anormales que coleccionaba álbumes de figuritas, extraña aproximación al mundo de las divisas que uno tiene en su más tierna infancia, donde se arriesgaba todo el capital (léase, el pilón de figuritas) convencido de sus propias habilidades jugando al chupi o al picapared (cualquier ñoño que haya ido a colegio católico sabrá de qué estoy hablando). Completarlo no revestía ningún mérito, dependiendo únicamente de los ingresos provenientes de los mandados, los cuales uno destinaba a comprar figuritas, en busca del Santo Grial ("la difícil").
Si se analiza tan sólo dos segundos, podrá darse cuenta uno que o era un gran negocio llenar el álbum con el sólo fin de conseguir la pelota d epremio, la cual uno podía comprar por la mitad de lo que costaba completar el álbum; por supuesto, cubrir con figuritas cada uno de los recuadros otorgaba un prestigio invalorable dentro del curso, casi un premio a la constancia en pos de encontrar quién era el diez de Belgrano.
Completé sólo dos, el de Italia ´90 y alguno de los de campeonatos locales. De los jugadores de San Lorenzo me acuerdo de todos, desde el paraguayo Ruiz Díaz con esos buzos espantosos que usaba (sólo superado en mal gusto por Navarro Montoya e Islas) hasta "Totó" García, auténtico hermano no reconocido de Ibagaza. Lo raro es que también me acuedo de otros clubes, especialmente Estudiantes, qu epo aquellos años tenía el sponsor de INCA (remember?), y de un pelilargo suplente, ya por aquellos años con el pelo teñido, sin jopo, pero con una melena qu sería la envidia del cantante de Poison.
Con los años, comprobé que tengo el dudoso mérito de prestarle atención a desconocidos que posteriormente dejarán de serlo. Me pasaba con los futbolistas, me pasa con los músicos (recuerdo alguna trasnochada mirando El Bloque de MTV, llamándome la atención el nombre de esa banda, "mi romance químico", hoy alabada por cualquier flequillo emo que se precie de tal). El jugado era palermo, quien sólo explotaría años después, en se gran equipo del Profe Córdoba, en aquellos tiempos con cabellera à la Alcides y sin haber sufrido las mutilaciones amatorias de una amante guaraní. Verdadero personaje de la mitología futbolera, ya por esos años lo llamaban con el desabrido apodo de "loco" (personalmente, prefiero el valdanesco "optimista del gol", curioso rapto de inspiración poética del algún relator). Sea uno de Boca o deteste a ese equipo con una de las camisetas más feas del mundo (yo), no puede aún así ignorarse a Palermo, protagonista de algunod e lso más memorables momentos futbolísticos de los últimos quince años, a saber:
*Gol 100: se rompe jugando contra Colón, pero al contrario de lo que haría cualquier tórax congelado y Abbondanzieri en un mundial, sigue jugango, y en una pierna convierte el grito centenario.
*El regreso: en uno de lso grandes guiones futbolísticos de la historia, Bianchi lo saca del banco de esperma contra River en la Libertadores. Apenas ingresó a la cancha, la temperatura corporal de los jugadores de Núñez, habitualmente en 2ºC, llega a niveles árticos. Recibe la pelota de espaldas al arco, gira con la gracia de un maniquí borracho sobre su propia pierna, y ayudado po el miedo escénico de los jugadores de la Banda (cagazo, bah), quienes le dan el tiempo suficiente para tomarse un té, define con una masita de su pierna zurda, como para acompañar la infusión previamente consumida. llanto, corridas, y final apoteósico en andas de su compañero. Sólo faltaba Apollo Creed (Gallego estaba más para hacer del hermano obeso de Talia Shire que del púgil antagonista de Rocky).
N. del E.: se comenta que durante la filmación de la propaganda del C4, Stallone insistía en cabecear un nido de avispas, lo cual explicaría su hinchazón al estilo Alain Bernad.
*3 veces no: juega con la Selección la Copa América, dirigido por el Gran DT, y en uno de lso actos de tosudez más románticos, el grandote del jopo sueco, no conforme con haber errado dos penales, pide nuevamente la pelota y la envía a la estratósfera, cerrado con candado cualqueir sueño de Selección, y ganándose un párrafo en el Guiness.
*El muro infernal: paso intrascendente por España, donde gritando uno de sus pocos goles ibéricos con su efusividad primal característica, se desploma sobre su pierna un muro de contención bastante más sólidos que el del bizarro programa televisivo, aunque sin el aliciente del relato de Príncipi. Fractura y futura vuelata a Argentina.
*Gol negro: Apertura ´08: cualquier simple mortal quedaría devastado durante días por la muerte de un hijo, pero Arnold Palermo pide jugar al día siguiente, y empuja la pelota enjugada en lágrimas hacia la red para marcar su grito más silencioso. Ovación y exponencial crecimiento del mito. Sólo se ve opacado esto por el relator, que con falso respeto, en vez de simplemente explicar que se le murió un pibe, insiste en hablar con tono pedagógico-exasperante en hablar del "problema de Martín", con un dejo empalagoso que provoca arcadas.
Difícilmente otro futbolista pueda hactarse de una carrera así. Hace poco me desilusioné al enterarme que los jugadores ya no juegan por amor a la camiseta, sino que sólo lo hacen para engordar sus cuentas bancarias y poder comprarse bolsitos Luis Vuitton. Ok, lo entiendo, pero si lo de Palermo no es amor a la camiseta, al menos es lo más cercano que se puede estar. Personalmente, estoy esperando la sexta entrega de la saga, imagiando bajo qué forma se materializará Apollo Creed.