lunes

Palermo Viejo

Al parecer, esta vez no hubo cartulinas alegóricas en el vestuario, como aquella memorable síntesis poética contra Bolivia: "a la altura hay que gambetearla"; finalmente sólo esquivamos la dignidad. Pero evidentemente, Diegote puso todo su empeño en convencer a los jugadores que el modesto Perú era un equipo temible, que nos podía ganar, y finalmente lo logró. Ratificó esta idea sacando un delantero de área para poner un defensor que hacía dos meses no jugaba, retrasando desde el planteo táctico veinte metros dentro de la cancha al equipo.
Cuando Argentina estaba cada vez más empantanada (por la lluvia y sus propias incapacidades) frente a Perú, apareció (¿cuándo no?) Palermo, quien hace de sus propias limitaciones una virtud, y nos robó una sonrisa. Mención especial para el avioncito papelonero de Maradona: notaron que por el efecto buzarda, su cara quedaba a medio metro del piso? Si el técnico debe ser la imágen de la serenidad del grupo, creo que estamos completamente descarrilados.

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