Estaba en uno de mis últimos días de cursada en la facultad, y realmente no me acuerdo por qué motivo el profesor preguntó quiénes de los que estábamos en el aula teníamos celular, dando por sentado que todos responderían que sí.Tan desacertado no estuvo en su cálculo, ya que el único que levantó la mano fui yo. Automáticamente la cara del profesor de transformó, con una mueca de asombro que le aportaba a sus ojos un aspecto exoftálmico. Por supuesto, el resto de mis compañeros de cursada giraron su cabeza ansiosos por ver quién era el marciano que estaba fuera del "sistema". Al ver mi cara, creo que se asustaron un poco, pero al margen de eso, automáticamente me sentí como Mafalda (sin chistes fáciles) en ese chiste en el que se encuentra rodeada de compañeros de colegio que exclaman "ella es la que no tiene televisión", con dedo acusador y señalándolo como si fuera un defecto.
Realmente no entiendo cuál es la necesidad imperiosa de la gente de tener celular, cuando es algo completamente prescindible. No discuto que en algunos casos en determinadas ciudades puede llegar a ser práctico, pero de ahí a considerárlo como una necesidad... Convengamos que las distintas compañías intentan impostarnos algo de lo que no tenemos necesidad, y como fieles lazarillos compramos gustosos.
Otra cosa que quería decir acerca del tema celulares es que estoy harto de ver gente caminando, esperando el colectivo, trabajando, etc., mientras está agachada enviendo absorta esos fucking mensajitos de texto.
Podría decirse que existe un paralelo entre la gente adicta al celular y los Testigos de Jehová. a lo que me refiero es que, así como estos religiosos nos cansan los domingos a la mañana con sus propagandas (afortunadamente ahora tengo portero eléctrico), los adictos a los celulares intentan convencernos imperiosamente de qu etengamos uno, así somos como ellos. Lo consideran un elemento de pertenencia, y ante la negativa de uno, responden con un simplista: "¿qué? ¿No tenés plata?"
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