sábado

llego a casa y prendo la tele. ejercicio automático para dejar el trabajo del otro lao de la puerta, y refrescar las pocas neuronas que sobrevivieron a la sobredosis de café y derecho con rayos catódicos reparadores. Pongo en Volver (atención, en agosto vuelve el Pauls#19 con VolverRock) y la caja me escupe imágenes de John Trujillo aporreando su bajo, en el marco del LiveEarth, algo así como una campaña encubierta de Al Gore pero sin el apoyo del partido verde. me causa gracia ver tipos como Trujillo, Hetfield y compañía apoyando un concierto benéfico a favor de la preservación del medio ambiente (bueno, probablemente, si cobraran entrada solo irian sus plomos) cuando durante años hicieron un culto del exceso y el derroche de dinero. Pero como la gran mayoría de los rockeros, maduran de la peor forma (no hay muchos Zappa ni Spinetta), transformándose en una versión pasteurizada de su recuerdo, ahogados en té verdes y barritas de cereal, y lo que es peor, ante la carencia evidente de ideas, dedican su tiempo a apoyar causas políticamente correctas.
Así es como nos encontramos con rockeros sexagenarios inofensivos tocando para miles de personas "con conciencia" con atuendos espantosamente caros, mandando mensajitos de texto con sus celulares último modelo metidos en su bolsito Louis Vuitton, el cual trajeron en el baúl de su 4x4 manejada por algún siervo (preferentemente blanco) que en ese momento les está comprando un vaso extra king size de Coca (light, por supus). Resulta difícil pensar que en medio de semejante culto al materialismo se produzca un click en la gente. Sería mejor preguntarnos qué nos pasó culturalmente en el último lustro de tiempo, potenciado por políticas de estado abrasivas y sin ninguna clase de contemplación, pero no hay tiempo para eso, en el escenario de la Antártida está por tocar algún percusionista bengalí.
Me imagino a Jorgito Arbusto abrazado a su botella de bourbon mirando por la ventana de su despacho, viendo a miles de personas saltando histéricas porque tocan los Black Eyed Peas (por Dios, alguien que le quite los carbohidratos a esa chica!), pensando, ilusos, que a él les importa. Es curioso que un país que no haya firmado ni siquiera el Protocolo de Kyoto y que sea a las claras, el máximo contaminante a nivel mundial, se gratifique con los mejores artistas (bueno, salvo The Police). Tampoco es cuestión de demonizar a una sola persona, tentación demasiado simplista que nos impediría ver las ¿políticas de estado? locales, tan eficientes que por ejemplo, terminamos preocupándonos por dos pasteras sobre el río Uruguay al menos tres años después de su instalación, y cuando durante años vimos en la televisión local avisos que promocionaban la inversión en forestación en uruguay (y no eran tree lovers).^
Para cerrar, cito una nota publicada en Clarín la semana pasada, donde se daba cuenta del trabajo de la firma de cosméticos Estée Lauder, durante un año, con diversas fundidoras, para diseñar tubos y tapas hechos con un 80% de aluminio reciclado. Todo muy rico, pero se olvidaron un detalle: al parecer, este metal reciclado no brilla tanto, cosa que disgusta a las consumidoras, quienes opacaron las ventas de cosméticos de la firma.

P.D.: dos buenas en medio de tanta acidez: toca Spinal Tap, y vuelven los Smashing Pumpkins en Chicago (vamos a ver al Billy Corgan original, y no a su doble de riesgo, el cantante de My Chemical Romance)

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué HDP! esto no se escribe sobrio! quiero un poco!