El programa que da título a este posteo es de tono cuasi surrealista. Allí, bajo el aparente manto de intentar analizar las noticias desde otro punto de vista, se esconde gran parte del aparato kirchnerista. Casi como los documentales de Leni Riefenstahl, 6,7,8 funciona como un programa panfletario, destinado a lavarle la cabeza a aquellos indecisos o desinformados que andan por la vida mirando culos y programas de chimentos. En el camino, a veces funciona como un programa de humor, instalando a Clarín como la "corporación mediática",o buscando al supuesto "empleado del mes" del "imperio del clarinete", generando de este modo una antinomia completamente falsa, y de tono "busheano": o se está con ellos, o se es un mercenario capitalista.
Dentro de este contexto, el miércoles, haciendo zapping a la hora de la cena, reconozco al pasar los bigotes de Martín Caparrós (altamente recomendable su libro de crónicas "Larga distancia"), con una línea de pensamiento que para simplificar podríamos llamar de izquierda, todo lo contrario al supuesto "progresismo" que el matrimonio K supone representar. Así escomo Caparrós, con esa estampa de gentleman militante con cara de billete iba atendiendo a cada uno de los panelistas, luego de ver los irrisorios "informes" del panfletario programa. Luego de uno en el cual se dejaba mal parado a Terragno y a Duhalde, Caparrós señaló que si se usara en forma ecuánime el material de archivo, no quedaría en pie funcionario alguno del actual gobierno, haciendo especial hincapié en el pensamiento (o la ausencia delmismo) de Kirchner durante la época del menemato.
A estas alturas, uno desde su casa se refregaba lasmanos, no pudiendo creer tanto sentido común dentro de ese surrealismo televisivo que ni siquiera Breton hubiera imaginado, y preguntándose a qué clase de productor talibán se le ocurrió la idea suicida de llevar a Caparrós de invitado. Si pretendía inmolarse, era menos doloroso meterse en La Doce con una remera de River abrazado a la pelota naranja del Capitán Beto.
Lamentablemente, tanta ensoñación finalizó cuando Osvaldo Barone, no soportando que alguien atacara a su patrón de ese modo, y cual uppercut de Locomotora Castro groggy, ensayó una analogía más rayana en la pelotudez que en la genialidad, comparando al kirchnerismo con Notre Dame. A riesgo de que el lector a esta altura esté a punto de pegarle una patada al monitor, intentaré reproducir el ¿razonamiento? de Barone: éste señalaba que si bien se podían ensayar diversas críticas al kirchnerismo, había ciertas cuestiones que eran objetivamente reconocibles, como por ejemplo el aumento de las jubilaciones, o la asignación universal por hijo. Del mismo modo, si uno observaba con ánimo crítico la catedral de Notre Dame, siempre encontraría algún defecto.
Honestamente, ahora que transcribo la discusión, cada vez le encuentro menos sentido al pensamiento de Barone. Quizás el director del periódico Extra durante la época menemista se haya olvidado que la asignación universal por hijo fue una propuesta sistemática de la oposiciópn durante años, a la cual CFK se opuso tanto en su etapa de Senadora como al principio de su gestión como Presidente. Del mismo modo, cabe señalar que si bien es cierto que hubo numerosos aumentos en las jubilaciones, también es verdad que se niveló para abajo, aumentando considerablemente la cantidad de jubilados que perciben los haberes mínimos, de modo tal que en muchos casos cobra lo mismo alguien que trabajó toda su vida y quien no lo hizo.
Caparrós se retorcía el bigote, intentando que su diplomacia de diletante le impidiera saltarle al cuello al "periodista", mientras resistía estóicamente una seguidilla de cortes publicitarios que lo privaron de poder explayarse.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario